Nuestro adorable Redentor

 

1. Nuestro adorable Redentor,
los suyos al dejar,
nos prometió un Consolador
aquí a morar.

2. Llegó su gracia a difundir
en cada corazón
su Espíritu ayudador,
tan grande don.

3. Y si tenemos la virtud,
la vida y santidad,
debémoslo al Espíritu:
¡a Dios load!

4. Oigamos hoy su dulce voz,
cual silbo celestial;
pues, es su oficio al Salvador
glorificar.

5. Cuando al Espíritu de amor
le damos su lugar,
Él ya, de gloria en gloria, nos
transformará.

6. ¡Oh! alabad al Padre Dios,
al Hijo que murió,
y Espíritu Consolador:
al trino Dios.

 

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