Biografía: Frances Ridley Havergal

Dios tiene el poder de quitar las pruebas o enfermedades, pero también, en ocasiones no quita la carga, sino que más bien nos da la gracia para seguir adelante en medio de las debilidades. Este fue el caso de Frances Havergal cuya vida estuvo marcada por constante debilidad física, sin embargo, el Señor le dio la gracia necesaria en medio de la prueba para ser muy bien usada en el servicio al Señor. Esto nos recuerda de las palabras dichas al apóstol Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Con confianza Frances podría responder: “de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.

Frances R. Havergal

Frances Ridley Havergal nació en Worcestershire, Inglaterra, el 14 de diciembre de 1.836. Su padre fue William Henry Havergal quien, además de predicador, también compuso y escribió himnos. El interés de su padre hizo a Frances interesarse en poesía desde una edad muy temprana.

Frances no gozó de buena salud a lo largo de su vida, pero Dios le dio una mente muy brillante e inteligente. A los cuatro años de edad aprendió a leer. A los seis años comenzó escuela siendo su hermana mayor, Miriam, su primera maestra. Cuando tenía siete años compuso sus primeros poemas. También pudo memorizar largos pasajes de la Biblia, como el libro de los Salmos, Isaías y la mayor parte del Nuevo Testamento. A pesar de su amplio conocimiento Frances no gozaba de la paz con Dios, por medio del Señor Jesucristo.

Una tragedia golpeó su vida cuando apenas tenía 11 años de edad; su madre enfermó gravemente. En el lecho de muerte su madre le dijo a Frances: “Mi oración es que el Espíritu Santo te guíe. Recuerda, sólo la preciosa sangre de Cristo te puede limpiar y hacer aceptable a los ojos de Dios”. Al poco tiempo la Sra. Havergal falleció, pero las palabras de su madre quedaron grabadas en el corazón de Frances por el resto de su vida.

Dos años después de la muerte de su madre, Frances fue enviada a estudiar en una escuela de niñas. La directora de la escuela era una mujer piadosa que no solamente se daba importancia a la educación sino también a la salvación aquellas jovencitas. La semilla del evangelio estaba sembrada en el alma de Frances.

Cuando la Srta. Cook (con quien su padre se había casado después de la muerte de la Sra. Havergal) le preguntó a Frances: “¿Por qué no confías en Cristo de una vez? ¿Las promesas del Señor no son suficientes para ti?” Frances fue a su cuarto y confió en Cristo como su Salvador personal. Luego ella dijo: “Fue la primera vez que la Biblia era dulce para mí, y el primer pasaje que claramente recuerdo haber leído, con una nueva y agradable luz, fueron los capítulos catorce en adelante del evangelio de Juan”.

Tenía, entonces, catorce años de edad. Sobre esta ocasión dijo: “El cielo y la tierra parecieron ser más brillantes desde entonces”. La consagración y devoción al Señor fue uno de los temas centrales en sus himnos. Uno de los más populares:

Que mi vida entera esté
consagrada a Ti, Señor;
que a mis manos pueda guiar
el impulso de tu amor.

Que mis pies tan sólo en pos
de lo santo puedan ir,
y que a Ti, Señor, mi voz
te complazca en bendecir.

Que mi tiempo todo esté
consagrado a tu loor;
que mis labios al hablar,
hablen sólo de tu amor.

Toma ¡oh Dios! mi voluntad
y hazla tuya, nada más;
toma, sí, mi corazón
y tu trono en él tendrás.

La relación con su padre fue muy estrecha y, no pudiendo acudir a la escuela regularmente por causa de su salud, aprendió mucho de él. No hay duda que tenía facilidad para los idiomas, ya que aprendió griego y hebreo bíblico además de otros seis o siete idiomas modernos.

Su padre también sufrió un accidente que implicaba ayuda y cuidado. Frances estaba dispuesta a hacer esto, así que se mantuvo fielmente al lado de su padre, cuidándole con dedicación y esmero.

Aunque había sido instruida en las Escrituras desde muy pequeña, estaba consciente que la salvación es algo individual.

En uno de sus libros: Conservada para el uno del Maestro (Kept for the Master’s use), ella toma cada línea de este himno, ampliando sus pensamientos, para hablar sobre la importancia de dale ‘todo’ al Señor y no solamente ‘algo’ de nosotros. Esta verdad fue expresada de una forma excelente por Frances en este himno.

Frances murió de peritonitis en Gales, cuando apenas tenía 42 años. Además de sus muchos himnos, también escribió otras poesías, tratados de evangelio y literatura para niños. Una vida corta, pero verdaderamente ‘consagrada a Ti, Señor’. En su lápida está la inscripción de un versículo con mucho significado para ella: “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado - 1 Juan 1:7”.

Entre los himnos escritos por Frances Havergal publicados en esta página están:

Fuente:
Be Still, My Soul – por Randy Petersen
Frances Ridley Havergal – www.hymntime.com
Frances Ridley Havergal – www.wikipedia.com

Compartir

Comments 5

  1. Hermoso himno, que me ha llevado a entregarme al Señor y ser siervo útil. “Traigo a ti mi vida Señor, que mis labios hablen solo de tu amor”. Amén

    1. Post
      Author
  2. Que preciosa historia esos himno los escuches por primera vez en la iglesia Nazarena de mi comunidad en la década de los 80″y a sido muy edificante para cuando me encuentro triste y sin fuerza… No hay como esos canto que siii inspiran. Bendiciones desde Nicaragua

  3. Que mi vida entera esté. Ha sido una alabanza que desde niña he cantado muchas veces y que hoy a mis 38 años sigo cantando! Que hermosa historia sin duda alguna un ejemplo ha seguir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.