Historia del himno Noventa y Nueve Ovejas son

«¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido» (Lucas 15:4-6)

La letra de este himno está basada en la hermosa parábola que el Señor Jesucristo relató sobre aquel pastor que salió en busca de la oveja perdida. La historia de cómo el himno llegó a ser conocido es también interesante.

La poesía del himno fue escrita por Elizabeth C. Clephane, poco antes de su muerte. Lo escribió especialmente para niños y fue publicado en una revista que se llamaba “La hora de los niños”. Cinco años más tarde los evangelistas D. L. Moody e Ira D. Sankey estaban viajando por Gran Bretaña predicando el evangelio. Estaban en un tren que los dirigía a la ciudad de Edinburgh y el Sr. Sankey se levantó de su asiento para comprar un periódico con el deseo de tener noticias sobre su país Estados Unidos. No consiguió ninguna noticia que le interesara, pero sí le llamó la atención un poema en la esquina del periódico.

Noventa y nueve ovejas son 
las que en el prado están. 
Mas una sola sin pastor 
por la montaña va. 
Del buen redil se apartó, 
y vaga en triste soledad. 

Por esta oveja el Buen Pastor 
se expone con piedad, 
dejando solo aquel redil 
al que ama de verdad; 
Y al espeso bosque va, 
su pobre oveja a rescatar. 

Le gustó tanto la hermosa letra de la poesía que se la mostró al Sr. Moody, quien no le prestó mucha atención, quizás porque sus pensamientos estaban sumidos en prepararse para el mensaje que predicaría aquella noche. Ira Sankey simplemente lo cortó del periódico y lo colocó en su bolsillo.

Ira D. Sankey

Aquella noche el mensaje estuvo basado en Cristo como El Buen Pastor, ilustrado en la parábola de Lucas 15:4-7. Al final del mensaje Moody se dirigió a Sankey preguntándole si no tendría algún himno apropiado para la ocasión. Sankey no podía pensar en ninguno hasta que el pensamiento le vino: “recuerda el poema en tu bolsillo”. Sankey sacó el papel de su bolsillo y lo puso en el órgano. Luego de una breve oración inició el canto. Cada nota venía a medida que cantaba, y es esta misma melodía con la que se canta el himno actualmente. “Cuando terminé de cantar” dice Sankey, “el Sr. Moody estaba conmovido, llorando… y yo también”.

Oscura noche ve venir, 
y negra tempestad; 
mas todo arrostra y a sufrir 
lo lleva su bondad. 
Su oveja quiere restituir, 
y a todo trance restaurar. 

Sangrando llega el Buen Pastor, 
la oveja herida está. 
El bosque siente su dolor, 
comparte su ansiedad. 
Empero Cristo con amor 
su oveja pudo rescatar.

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