Historia del himno Oh, qué Amigo nos es Cristo

Aunque la intención inicial de este poema era compartirlo en una carta personal, y no ser publicado, este es uno de los himnos que a lo largo de los años ha animado y consolado a miles de cristianos alrededor del mundo. El himno “¡Oh, qué amigo nos es Cristo!” lo escribió Joseph Scriven en una carta a su madre, quien estaba en el lecho de la enfermedad. Años más tarde, cuando Joseph estaba enfermo, un amigo suyo le visitó y vio en la mesa que estaba al lado de la cama un trozo de papel donde estaba escrito este poema. Luego de leerlo, le preguntó: “¿tú escribiste este poema?” Joseph respondió: “Mi Señor y yo lo escribimos juntos”.

Joseph Scriven nació en 1819 en Banbridge, Irlanda del Norte. Tenía planes de casarse en el año 1844; sin embargo, su prometida cayó accidentalmente al río mientras cabalgaba a caballo. El golpe de la caída la dejó inconsciente y murió ahogada en el río un día antes de su boda con Joseph. Esta tragedia dejó el corazón del joven destrozado. Todo a su alrededor le hacía recordar a su amada, por lo que poco tiempo después decidió mudarse a Ontario, Canadá.

Fue grandemente influenciado por las enseñanzas del Señor Jesús en el conocido Sermón del Monte, en el evangelio de Mateo capítulos 5 al 7. Se dedicó a ayudar a las personas en el pueblo de Port Hope, donde por unos 40 años los habitantes del pueblo lo conocieron por su abnegada entrega a favor del prójimo. En una oportunidad Joseph caminaba por la calle con su serrucho, y un comerciante que lo vio dijo: “Me gustaría a contratar a ese joven para que trabaje para mí”, el que estaba a su lado le dijo: “Pues no podrás contratar a Joseph Scriven, porque él solo le corta leña a las viudas y a los huérfanos, quienes no tienen con qué pagar”.

En 1859, Joseph estaba comprometido con otra mujer, Eliza Roche, pero nuevamente la tragedia golpeó el corazón enamorado. Eliza se enfermó de neumonía y murió poco tiempo después. Joseph había encontrado un Amigo fiel y cercano. Su relación con su Señor fue lo que le dio fuerzas para seguir adelante a pesar de las dificultades por las que había pasado. Vivía en comunión con su Señor, y su devoción le motivaba a mostrar esa misma clase de amigo a las demás personas.

Escribió el poema en una carta personal a su madre, cuando ésta estaba enferma, con el fin de animarle en sus penas. Años más tarde, cuando el mismo Joseph estaba enfermo un amigo suyo leyó las hermosas palabras:

¡Oh! ¡qué amigo nos es Cristo! 
nuestras culpas Él llevó, 
y nos manda que llevemos 
todo a Dios en oración. 
¿Somos tristes, agobiados, 
y cargados de aflicción? 
Esto es porque no llevamos 
todo a Dios en oración. 

Estas palabras describen la compasión de nuestro Señor Jesucristo por nosotros. Podemos poner nuestras penas y cargas sobre Él, “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). Incluso cuando otros amigos fallan sabemos que en Cristo tenemos un fiel y constante Amigo:

¿Te hallas débil y oprimido 
de cuidados y temor? 
A Jesús, refugio eterno, 
dile todo en oración. 
¿Te desprecian tus amigos? 
Cuéntale en oración; 
en sus brazos de amor tierno 
paz tendrá tu corazón. 

Jesucristo es nuestro amigo, 
de esto pruebas nos mostró; 
pues para llevar consigo 
al culpable, se humanó. 
El castigo de su pueblo 
en su muerte Él sufrió. 
Cristo es el amigo eterno, 
sólo en Él confío yo. 

El compositor de himnos Ira Sankey supo de este himno en 1875, justo a tiempo antes de publicar uno de sus himnarios. Más adelante Sankey escribió, “El último himno en ser añadido al himnario, vino a ser el número uno en preferencia”.

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Comments 8

  1. Me gusta conocer las historias de los himnos que un día hoi’ en mi niñez. Y yo ya sabía la historia pero al traducir al español le han cambiado un poco. Pero esta historia es igual a la que hoi en inglés. Gracias

  2. Que hermoso saber que tenemos un amigo fiel, desde muy niña cantaba ese himno…. Gracias por compartir la historia de Joseph Scriven.

    1. Es grato ver cómo Dios a dejado palabras de amor en las alabanzas, que hoy día siguen vigentes en su iglesia, y como las situaciones de la vida nos enseñan que el único amigo incomparable es Cristo.

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