“Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas”
(Juan 19:1-3)
La descripción que Juan da es viva y poderosa. Pilato azotó a Cristo. Los soldados se reunieron para hacer burla y golpearlo. La corona de espinas clavada en la sien del Salvador. Es así como Pilato, el gobernador, trae a Cristo, ensangrentado y herido, frente a la multitud enardecida, y les dice: “He aquí el hombre” (Juan 19:5).
No perdamos de vista esta escena, ya que haremos referencia a ella más adelante.
Frances Havergal fue una gran escritora de himnos. Perdió a su madre cuando tenía 11 años de edad, sin embargo, hubo otras mujeres que plasmaron verdades profundas de la Palabra de Dios en el corazón de Frances, entre ellas, la directora de la escuela de niñas donde Frances estudió. Aunque no gozó de muy buena salud durante su vida, fue una mujer muy productiva, especialmente en el campo de la literatura y poesía.
Recibió una buena educación y, como parte de ella, fue a Dusseldorf, Alemania. Allí, en una de las galerías de arte de la ciudad, se encontraba una famosa pintura de Sternberg que se titulaba: “Ecce Homo” (que quiere decir, “He aquí el hombre”). La obra de arte, que buscaba plasmar la escena de Juan capítulo 19, muestra a Cristo, llevando la corona de espinas, delante de Pilato y la multitud de judíos. Debajo de la pintura estaban escritas las palabras: “Esto he hecho yo por ti, ¿qué has hecho tú por mí?”
Al ver aquella pintura, Frances Havergal quedó profundamente conmovida por la escena así que, después de contemplar le pintura por un rato, tomó lápiz y papel y escribió:
Mi vida di por ti, mi sangre derramé.
Por ti inmolado fui, por gracia te salvé.
Por ti, por ti mi vida di, ¿qué has hecho tú por Mí?
Mi celestial mansión, mi trono de esplendor,
dejé por rescatar al mundo pecador.
Sí, todo Yo dejé por ti, ¿qué dejas tú por Mí?
Reproches, aflicción y angustias Yo sufrí.
La copa amarga fue que Yo por ti bebí.
Reproches Yo por ti sufrí, ¿qué sufres tú por Mí?
De mi celeste hogar te traigo el rico don
del Padre Dios de amor: la plena salvación.
Mi don de amor te traigo a ti, ¿qué ofreces tú por Mí?
Guardó aquel papel que fue olvidado por largo tiempo. A su regreso a Inglaterra volvió a encontrar la poesía. No le pareció que fuese de buena calidad por lo que la arrugó y lanzó al fuego de la chimenea. Felizmente, el papel no cayó en el fuego y fue recogido luego por su padre, quien quedó conmovido por las palabras del himno y le compuso la primera melodía con que fue cantado. Hoy día se canta con otra música escrita por el compositor de himnos Philip Bliss.
La traducción de este himno al español fue hecha por Speros Athans. La muerte de Cristo es la base de nuestra salvación, pero cuando consideramos lo que Él hizo por amor a nosotros, ¿cuál es nuestra respuesta a su amor?
Ir al himno Mi vida di por ti
Fuente:
101 Hymn Stories, por Kenneth W. Osbeck